La imponente soledad londinense

Por: Jesús Delgado

 

 

descargaCiertamente un tema recurrente en la literatura contemporánea corresponde a la dualidad conflictiva entre la urbe como espacio de ascenso y prosperidad,  y el individuo que trata de integrarse infructíferamente a ella. No es ajeno que ante esta tensión el sentimiento que más prevalezca sea el de la soledad. Alguna vez Ribeyro escribió: “el mundo se va progresivamente despoblando, a pesar del bullicio de los carros y del ajetreo de la muchedumbre”. Y razón no le faltó: toda gran urbe finalmente es un conglomerado de gente solitaria donde la incomunicación – paradójicamente – va de la mano con los avances tecnológicos. Viéndolo en este sentido, la ciudad amolda agresivamente a sus habitantes convirtiéndolos en imitadores de sus propias vidas como único camino a la sobrevivencia.

En Crónicas de Londres, de Gunter Silva Passuni, se hallan los ingredientes necesarios que alimentan estas preocupaciones modernas. En los nueve cuentos del libro desfilan todo tipo de situaciones conflictivas a los que son sometidos los personajes. La intervención del azar es determinante para entender consecuentemente la fugacidad de los eventos. En un primer grupo prevalecen las historias de parejas, no necesariamente relacionadas con el amor, pero sí por la atracción. Parece ser un deseo intermitente, que da paso al reflejo de emociones que logran engañar a los personajes e incluso al lector.  Un claro ejemplo lo encontramos  en una de las frases del cuento “La foto perfecta”, donde la protagonista expresa: “el amor es una bella mentira a la que valoramos por su fugacidad”; otros cuentos incluyen: Lottie; Vino Tinto en Mac Donalds; El artista, Paris era una fiesta, si ganabas en pounds. Otras historias tienen como principal soporte las apariencias hacia el otro, incidiendo más desde una perspectiva del sujeto migrante y todo lo que conlleve a sus problemas económicos, laborales, etc. (Poeta muerto, I live by the river, Homesick.). La idea es clara: La ciudad encierra secretos que nadie jamás logrará desentrañar.

Una de las características más notables de los relatos son sus finales abiertos, situaciones que permiten al lector la opción de conjeturar un final alterno. Lamentablemente en algunas ocasiones resultan ser giros de tuercas intempestivos y fallidos a su vez. Los cierres no guardan una ordenada correlación con los datos desplegados, tanto es así que son finales tan abiertos que parecen historias inconclusas. El narrador divaga sobre asuntos que en algunas ocasiones no alimentan la trama, se pierden en otras anécdotas, o datos que no culminan en cuajar acertadamente. Parafraseando a Juan Marsé: colocar un clavo en la pared y no colgar  ningún cuadro. Aquí unos ejemplos de datos aislados que no tienen mayor trascendencia en los cuentos:

 

A Miguel, que era peruano como yo, le di un apretón de manos.

– Diego Benavides – dije. Mucho gusto.

No quise decir mi apellido completo Benavides de la Quintana, para que Miguel no me asocie con mi familia allá en Lima o a algunos familiares vinculados al gobierno.(pág. 18 )

Después del recorrido, quedo aún más asombrado de la belleza de esta ciudad, y entonces pienso en la suerte que tuvo el ex presidente del Perú, Alan García, al elegir sus días de exilio en Foch avenue. (pág. 94)

 

Sin embargo uno de los mayores intereses del libro reside en lo que Londres puede ofrecer su imposición física y su influjo hacia los habitantes. La impronta londinense nunca llega a ser del todo clara: las enumeraciones de calles, casonas, y paisajes resultan ser  superficiales por momentos. Pero uno de los aciertos – a mi modo – del libro es la reducción de todo ámbito a la cotidianidad;  el mejor medio para demostrar a partir de la rutina los sucesos más trágicos. A pesar de este detalle, el lenguaje empleado no es lo suficientemente efectivos. Dentro del libro se nota irregularidades de la prosa que por momento intenta a ser poética y eso lo hace exagerar sobre todo en los símiles.

 

… el sol había tostado su piel y su vestido dejaba entrever gran parte de su espalda, una espalda serena, desnuda, con una línea fina que la partía en dos como a un libro abierto. (pág. 13)

Mi ego se había inflado como un globo aerostático (pág. 79)

Esa tarde se encontraba sentado, comiendo una hamburguesa frente al bar de Linda, esperando la hora en que ella saliera de trabajar, como el campesino que espera la lluvia con ilusión. (pág. 85)

 

En definitiva, Crónicas de Londres recurre a conflictos actuales que son frutos del progreso de toda urbe. Explora con una mirada íntima las trampas personales. Los personajes no cambian, son seres pasivos que se dejan llevar por la ciudad. También es un intento irregular de continuar con la temática urbana trasladándola a otro continente. Los cuentos no logran contundencia y muchos de ellos son forzados hacia determinadas circunstancias.

3 comentarios

  1. bacan la reseña.. casi completa al describir y lanzar sus elogios y criticas al libro… pero.. a los del blog… ¿podrian poner articulos o reseñas más lúdicas, orales, empáticas o , digamos, más atractivas?… Sé que pueden. Eso no disminuirá la calidad de sus ideas.. pero si hará más accesible su lectura por internet, lo cual de por si ya es algo más complicado que en papel. A veces la seriedad sólo distancia al lector… Sólo es una sugerencia muchachos. Saludos. Sigan adelante…

  2. Acabé de leer «Crónicas de Londres» la semana pasada, me pareció un muy buen libro, lo noté bastante Ribeyriano aunque me perdí con algunas frases en inglés.

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